martes, 31 de mayo de 2011

Aquella noche...

Noche calurosa con tu dulce compañía bajo las estrellas que son testigos del amor que los dos nos tenemos el uno al otro...Llega la hora de que te vayas a casa, y un simple gesto tuyo me convence para que te acompañe a casa. Por el camino, las farolas nos sirven de apoyo para que mi lívido vaya creciendo por momentos... Llegamos a tu portal, y mientras abres la puerta, mi lengua no deja de recorrer tu cuello, abres la puerta, entras en casa, y con tu dulce mano me haces un gesto para que espere fuera... La espera se hace larga, hasta que de repente, apareces, tan sensual como siempre, siendo un camisón lo único que tape lo que hasta entonces yo solo podía imaginar...Subimos las oscuras escaleras que llevan hasta tu habitación mientras voy mirando tu cuerpo pensando que va a ser todo mio, y alli nos fundimos en un beso que recordare para el resto de mi vida...Luego me empujas a la cama, y mientras me acomodo tu te quitas el camisón y con el se fue la inocencia de aquel niño que va a alcanzar su sueño... Que esa noche seas toda para mi...Siento como tus labios recorren mi cuello y en cierto punto se paran, y dejas en mi cuello la marca de tus dientes...La temperatura de la habitación va aumentando a gran velocidad...Y llego el momento que dejaras de ser la chica inocente que me cautivo a ser al mujer que disfrutaría de aquella noche como de ninguna. Los golpes del cabecero de la cama contra la pared no eran los suficientes fuertes para silenciar tus gemidos de placer. En eso me podías pedir cualquier cosa que la haría...lo único que yo te pedía a cambio que esa noche nunca terminase...


Puedo sentir como tus mejillas rozan mis aductores...

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